miércoles, 24 de junio de 2009



Amanece y camino por un espacio limitado.

Respiro aire de ruido, escucho el silencio de todas las palabras.

Veo tantos y miles de esos pies caminando
Pies sin manos, con oídos tapados.

Burbujas cada vez más chicas

Sueños cada vez más caros, menos reales o menos sinceros

No entro en esta caja chica,

Pero tampoco salgo.

Las calles me dicen que las paredes de cartón son las más adecuadas para este invierno.

Cortinas de polvo se cierran siempre de noche.

Y acá todo, ¡todo! es de ese color negro humo

Mientras camino veo como bolsas de nylon se van inflando aspirando, tragando, anulando, muriendo en cada paso.

Llego a ese tren y es siempre el mismo. Extiendo el brazo y con esfuerzo llego a tomar esa aureola blanca y balanceante.

Mis pies en aquel piso movedizo, inestable, lleno de fragmentos de personas, de miradas perdidas, de palabras que no existen, de mujeres ya sin perfumes, de hombres con manos de martillo.

Ruido rítmico y constante, se hace eterno el viaje

Y ese resplandor de luces amarillentas que atraviesan la ventana, penetran en mis ojos y se clavan en mi frente

todito